Independientemente de la calidad del alcohol que te sirvan, lo cierto es que el acceso a bebidas de alta graduación es excesivamente sencillo en el año. ¿Qué pasaría si nos prohibieran consumir alcohol durante los próximos 13 años? Sencillo. Nos buscaríamos las mañas para tomarlo de forma clandestina. El ser humano es de naturaleza pícara y esto no va a cambiar por mucho tiempo que pase.
Y la muestra la tenemos en la Ley Seca que afectó a Estados Unidos entre 1920 y 1933. Pocas restricciones han unido más a un pueblo que la Ley Seca. Es más, pocas prohibiciones han llevado a un país a desarrollara más su ingenio que esta directiva. Y para muestra, los increíbles trucos que se empleaban durante la Ley Seca.
Absolutamente memorables y, sobre todo, variadas. Lo que no se ha sabido, casi un siglo después, es si éstas ideas surgían en estado de sobriedad o una vez que se habían saltado la restricción. Si Las clases sociales en el Imperio Romano: Patricios, Plebeyos Nobles y Plebeyos Caballeros hubieran llegado a los años 20, muchos de estos inventores habrían estado en lo más alto de la escala social.
Huellas de vaca
Sea como sea, es de aplaudir la capacidad de reinvención de algunos. Por una copa de coñac MA-TO. Bueno, quizás no tanto, pero sí soy capaz de caminar por el bosque con unos tacos de madera. Y vaya si lo hacían. La producción y venta de madera se disparó, gracias a estos tacos que simulaban la pisada de una vaca. Pero, ¿con qué objetivo?
Con el de ocultar las huellas humanas en el bosque, puesto que allí se escondían cantidades ingentes de alcohol ilegal. La pregunta es, ¿irían de dos en dos para sumar las cuatro patas de una vaca?
Falsos transportes
Otro problema con el que se encontraban los traficantes de alcohol era el transporte. Cómo llevar la fiesta de una ciudad a otra, con las autoridades vigilando todo lo que entra en la ciudad. Con imaginación y mucha suerte. Durante más de una década, los dobles fondos, los espacios ocultos y las lonas sospechosas camparon a sus anchas por todo Estados Unidos.
Obviamente, siempre estaba el pardillo al que pillaban. ¿A quién se le ocurre un fondo oculto de tablones de madera que no se mueven con el traqueteo?
Animales piñata
Uno de los puntos más habituales de entrada de alcohol, eran las cocinas de los restaurantes. Imagina las posibilidades. En un pollo, te cabe una botella pero, ¿cuántas caben en un cerdo?
Dicen que de estos se aprovechan hasta los andares, lo que nadie dice es que también servían para esconder el alcohol de contrabando. Por eso había siempre tan buen rollo en las cocinas en los años 20. No tenían Estrellas Michelín, pero veían las estrellas a diario.
Coches on ice
Otra opción, contando con que las carreteras estaban vigiladas, eran los ríos. Y no, no hablamos de usar los puentes, sino los ríos congelados en invierno. En concreto, la frontera entre Canadá y Estados Unidos se convirtió en una pista de hielo habitual para coches.
Sí, muchos se hundieron en aguas heladas y hemos optado por no preguntar si quienes se salvaron, ayudaron al compañero o cogieron el alcohol. Mejor no saberlo.
Las bodegueras
Por último, pero no por ello menos importante, las mujeres. Ellas se convirtieron en epicentro del tráfico de alcohol en todo el país. Desde pequeñas petacas escondidas en las medias, hasta auténticas bodegas móviles que llevaban adheridas al cuerpo.
Algunas mujeres llegaban a transportar 10 litros de alcohol de contrabando, sin perder la elegancia y la gracia en el caminar. Arte en estado puro.
Fuente: Curistoria
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