Se conoce como «las siete maravillas del mundo antiguo» a aquellos monumentos que, aproximadamente entre los siglos dos y uno antes de Cristo, se consideraba que merecían un lugar especial por su magnificencia, su suntuosidad y su belleza. Generalmente, aún hoy en día, milenios después de su construcción y, salvo en uno solo de sus casos, también de su desaparición, estos monumentos todavía suelen ser conocidos por el público en general. Sin embargo, no todas estas maravillas gozan de la misma fama, por desgracia y, a continuación, queremos hablarte de una de las menos conocidas: el templo de Artemisa en Éfeso.
Templo de Artemisa en Efeso
Ártemis o Artemisa era una de las diosas más importantes del panteón griego, identificándose posteriormente con Diana en el ámbito de la religión romana. Esta diosa era la protectora de la caza, de los bosques y todos los elementos de la naturaleza, teniendo también una gran vinculación con la idea de la virginidad, de la protección de las niñas y las doncellas y de los procesos relacionados con la salud de las mujeres. También era la divinidad principal de la ciudad de Éfeso, que estaba situada en la actual Turquía, donde se construyó en su honor el gran templo que se convirtió en una auténtica leyenda como una de las maravillas del mundo.
El templo de Artemisa se construyó en un lugar en el que, según los historiadores, se había utilizado como espacio de devoción a la diosa tierra o madre al menos desde la Edad de Bronce. De hecho, antes de la construcción del templo que se convertiría en digno de admiración para sus contemporáneos, en ese mismo emplazamiento, había habido otro gran templo dedicado a esta diosa que quedó destruido tras unas inundaciones. Se decidió reconstruirlo con gran esplendor y, alrededor del año 550 a. C. comenzó la construcción de un nuevo templo, considerado generalmente el primer templo griego construido íntegramente por mármol.
No solo su construcción en mármol, que se popularizaría posteriormente, supuso una novedad para este templo. Sus enormes dimensiones también dejaron con la boca abierta a sus contemporáneos: estaba compuesto por 127 columnas de orden jónico de aproximadamente 13 metros de alto. Las columnas eran el aspecto más destacado de este templo en el que la estatua dedicada a Artemisa y el lugar de devoción propiamente dicho ocupaba un espacio relativamente pequeño entre este auténtico bosque de columnas que servían de pasaje que llevaba hasta ella. Según Plinio, decenas de estas columnas estaban decoradas con relieves de distinto tipo y en este templo se encontraban también los ricos regalos que se dejaban a la diosa, desde monedas hasta ricas joyas, pasando por todo tipo de objetos de gran valor en la época.
Delante de este templo, cuya fachada ya transmitía la magnificencia que se dejaba ver en su interior, se encontraba un cuidado jardín que se relacionaba con el ámbito de protección de esta diosa. Este templo, además, no era el único que se hallaba en la misma zona, pues había diversos edificios a su alrededor que los investigadores aún tratan de dilucidar. Su construcción tardó ciento veinte años en terminarse y, como no podía ser de otra manera dada su duración, participaron en ella varios arquitectos, entre los que destacan Quesifronte y Metágenes. Su magnificencia enseguida llamó la atención de sus contemporáneos y se convirtió en uno de los grandes monumentos del mundo griego.
¿Qué fue del Templo de Artemisa?
Sin embargo, en el año 356 a. C., este magnífico templo quedó reducido a cenizas. El incendio que lo destrozó no fue accidental. Al parecer, un hombre llamado Eróstrato lo incendió para conseguir fama inmortal. Ciertamente, lo consiguió. Si bien las autoridades de la ciudad prohibieron que su nombre se volviera a mencionar para que el delincuente no consiguiera su objetivo, su identidad pasó a la posteridad, pues el historiador griego Teopompo lo menciona cuando describe lo ocurrido. De hecho, su nombre se hizo tan popular que acabó dando lugar a varios términos, como el llamado “complejo de Eróstrato” o el término “fama erostrática”, entre otros.
Dice la leyenda que, al mismo tiempo que ardía el templo, nacía Alejandro Magno y que Artemisa estaba tan ocupada velando por ese nacimiento que no pudo salvar su propio templo. El mismo Alejandro se preocupó por su reconstrucción y se ofreció a pagar por ella, aunque dicha reconstrucción no empezó hasta el mismo año de su muerte, en el 323 a. C. Este templo siguió el diseño del anterior, pero contaba con unas dimensiones aún mayores. Tenía 137 de largo, 69 metros de ancho y 18 metros de alto, con otras 127 columnas de esta última longitud soportando su estructura.
La reconstrucción de esta maravilla, que es la que podemos considerar que fue el edificio propiamente dicho que entró en esta peculiar lista, sobrevivió aproximadamente 600 años a su construcción. Existen variados testimonios de su apariencia e, incluso, durante la primera expansión del Cristianismo, diversos predicadores llegaron a Éfeso y fijaron sus vistas en el templo como forma de apoyar sus prédicas. De hecho, existía un testimonio apócrifo, que prácticamente se convirtió en una leyenda, que decía que el apóstol Juan predicó en el templo de Éfeso, sacralizando el lugar y provocando así que su altar explotara y el monumento se derrumbara. Pero esto dista mucho de ser cierto y no fue hasta el año 268 d. C. que el templo fue destruido durante un asalto de los godos a la ciudad de Éfeso. Posteriormente, sus restos se diseminaron y se usaron para construir otros edificios. El ejemplo más conocido es el de la Basílica de Santa Sofía, hoy mezquita, construida con columnas de este gran templo.
Poco se conserva hoy de esta maravilla del mundo. Varias expediciones arqueológicas llevadas a cabo durante la segunda mitad del siglo XIX se dedicaron a recuperar su memoria. Los restos más importantes del templo se conservan hoy en día en el British Museum de Londres, dado que las mencionadas expediciones estuvieron lideradas y financiadas por personas e instituciones británicas. Actualmente, en el sitio original donde se erigió el templo no quedan demasiados restos pero, solo con los pequeños fragmentos que nos quedan hoy en día, ya podemos imaginar la magnificencia de este edificio que conquistó la imaginación de sus contemporáneos.
Vídeo sobre el Templo de Artemisa en Éfeso
Si quieres saber más sobre este gran templo, te recomendamos que veas el siguiente vídeo: