11 de septiembre de 2.001. Aquel día todos mirábamos la televisión incrédulos por lo que sucedía ante nuestroso ojos. Un primer avión, el vuelo 11 de la American Airlines, se había estrellado contra una de las torres gemelas del World Trade Center. Nadie podía aún explicar lo sucedido. Rápidamente se extendieron las posbiles hipótesis, pero nadie quería imaginar la más terrible de todas: que aquéllo fuera un atroz atentado. Eran las 8 y 46 minutos de la mañana en EE.UU.
Cronología del atentado a las Torres Gemelas
Las 9,03 de la mañana. Aún nos recuperábamos de aquel espanto, cuando a las espaldas del presentador de televisión se veía llegar un segundo avión, el vuelo 175 de la United Airlines, que embistió contra la segunda de las torres gemelas. Ya no había dudas. Era un atentado. La locura y la violencia del extremismo golpeaba en el mismo corazón de Estados Unidos, en Nueva York, y en su símbolo más mundial: las Torres Gemelas.
Fueron momentos de angustia. De ver gente corriendo de un lado a otro; de nubes de polvo y hollín que cubrían la ciudad, de horror injustificado. Las noticias se sucedían dando, con cada minuto, un giro aún más trágico. Un tercer avión se estrelló en el Pentágono, en Washington DC. Era el vuelo 77 de la American Airlines. Un cuarto avión se estrelló en Shanksville, Pennsylvania. Era el vuelo 93 de la United Airlines.
En aquel avión los pasajeros se enfrentaron a los secuestradores, y entablaron una lucha con ellos para intentar recuperar el control del aparato e intentar evitar una nueva catástrofe. Ellos ya tenían noticias de los primeros atentados. Pero nada pudo evitar el fatal desenlace. Eso sí, consiguieron evitar un final aún peor, pues se estrelló en un descampado y no consiguió llegar a un objetivo desconocido. Aquélla heroica acción fue incluso llevada al cine no hace ni un año aún.
Pero mientras tanto, ambas Torres eran una inmensa tea ardiendo. Una antorcha que gritaba al cielo pidiendo ayuda. A las 9,48 m. el Congreso y la Casa Blanca son evacuados. Minutos más tarde es el presidente Bush el que abandona Florida. Y poco más tarde, lo que todos temían, sucede. Eran las 9,59 h. de la mañana de aquel fatídico 11 de septiembre, y la primera de las torres, la Sur, se desploma en un terrible estruendo. Apenas 29 minutos más tarde es la Norte la que se viene abajo atrapando a cientos de personas.
Fueron 2.973 las víctimas de aquel atentado sin sentido. Aún hoy día, 24 siguen sin aparecer ni identificar. El mundo quedó dividido, y el miedo se ha instalado casi en cada casa como consecuencia del fatal terrorismo que propaga Al Qaeda. Esa nueva arma en que se ha convertido la utilización de aviones comerciales hace que en cada viaje, todos, sin exclusión, recelemos del que se sienta a nuestro lado, e incluso, ha servido de ejemplo para atentados de otras bandas terroristas como lo que ocurrió en España el 11 de Marzo de 2.003 en Madrid, de trágico recuerdo para todos los españoles.
Muchas interrogantes permanencen desde entonces y permanecerás, probablemente para siempre: acerca del paradero de Bin Laden, acerca el modo en que consiguieron hacerse con los aviones, o por qué de aquellos atentados tan sólo ha habido un condenado, o por qué aun cuando ya habían recibido noticias en la Casa Blanca el 6 de agosto de 2.001, más de un mes antes del 11-s, no se había puesto remedio extremando las medidas de seguridad.
Consecuencias del 11-S
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el 11-S cambió la sociedad occidental de forma sustancial. El mundo nunca volvió a ser igual y, como hemos apuntado en las líneas anteriores, la sensación de miedo y de inseguridad se volvió global. Esto también tuvo su reflejo en la legislación y en las prácticas llevadas a cabo por los países occidentales para intentar protegerse del terrorismo integrista. Muchos países reforzaron sus leyes en contra del terrorismo, así como las condiciones en las que se permitían actuaciones e investigaciones policiales por sospechas de terrorismo.
Como ejemplo de lo mucho que los ataques del 11-S cambiaron la mentalidad colectiva en torno al problema del terrorismo, antes de esa fecha, solo se realizaban algunos centenares de detenciones relacionadas con el terrorismo al año en occidente, en su mayoría en países donde el terrorismo era un mal político endémico, como España o la Irlanda del IRA. Sin embargo, a partir de esa fecha, se producen más de 100.000 acciones legales vinculadas al terrorismo al año en los países occidentales, una cifra que sigue aumentando en pleno.
En Estados Unidos, también se reestructuró el sistema gubernamental para luchar contra el terrorismo en los días posteriores a los atentados, implementándose, entre otras medidas, la creación del Departamento de Seguridad de la Nación (Department of Homeland Security) y la USA Patriot act, que ha sido ampliamente criticada supuestamente por violar la privacidad y los derechos fundamentales de los ciudadanos, pese a lo cual, partes muy destacadas de ella seguirán activas hasta el año. La creación de la polémica penitenciaría de Guantánamo, establecida en el año 2002, está también íntimamente relacionada con los atentados del 11-S, así como la creación de un estado de vigilancia continua a nivel global.
Sin embargo, una de las consecuencias más importantes del 11-S fue la puesta en práctica por parte de Estados Unidos de una política exterior cada vez más agresiva que desembocó en diversas guerras en la zona de Oriente Medio. Con la excusa de luchar contra los terroristas que habían provocado los atentados en sus mismas bases territoriales y económicas, menos de un mes después de los atentados, el 7 de octubre del 2001, comenzaba oficialmente la guerra en Afganistán, con bombardeos aéreos sobre puntos de interés vinculados con los Talibán y con el grupo terrorista Al-Qaeda.
Menos de dos años después, en el año 2003, siguiendo la idea de Guerra contra el Terror iniciada después del atentado de las Torres Gemelas, se procedió a la invasión de Iraq y al derrocamiento del régimen de Sadam Hussein. Las consecuencias político-económicas de tales guerras se siguen viviendo hoy, a lo que hay que añadir miles de muertos, varios países destrozados, una enorme crisis humanitaria y una profunda división civil en los territorios ocupados cuya solución todavía no se puede prever.
Por último, el 11-S también tuvo importantes consecuencias económicas. En los días posteriores a la tragedia, las bolsas mundiales experimentaron una larga caída, una situación que la inestable política internacional posterior contribuyó a alargar. Las posteriores guerras fueron también enormemente costosas para Estados Unidos y sus aliados en términos económicos, además de en vidas. Solo en la invasión de Afganistán, Estados Unidos desembolsó casi 500 billones de dólares, mientras que Gran Bretaña, su mayor aliado, se gastó 18 billones de libras. La cifra aún aumentó más con la guerra de Irak, invirtiéndose en ella cerca de 800 billones de dólares, según cifras de años anteriores a la salida de las tropas de la zona.
Video sobre el 11-S