Vivimos en una sociedad en la que necesitamos el dinero para todo, para poder alimentarnos, poder tener un techo bajo el que vivir e incluso para poder divertirnos. Trabajamos para obtener dinero, ya que con él compraremos todo aquello que necesitamos, pero esto que tenemos tan normalizado, hace muchos años fue algo novedoso.
En Sobrehistoria os vamos a contar todo sobre las monedas romanas y cómo el Imperio Romano fue uno de los primeros pueblos en usarlas y dejar de lado el trueque.
Origen de la moneda romana
A pesar de que gran parte de la economía de la antigua sociedad romana se basaba en sus monedas y su sistema monetario, debemos de tener en cuenta que eso no fue siempre así. En la Roma del pasado se usaba un sistema para comerciar conocido como el trueque, donde la primera unidad del comercio era el ganado y se le llamaba «pecunia», lo que derivó al término «pecuniario». El trueque se fue remplazando, poco a poco, gracias a las relaciones laborales y comerciales que empezaron a establecer junto a los griegos sobre el siglo V a.C y tras estabilizarse los problemas internos dentro de la política de Roma.
Las primeras unidades que se usaron dentro de este nuevo sistema monetario fueron unos lingotes, que carecían de algún tipo de marca o de registro que estaban hechos, por norma general, con materiales como eran el bronce o el cobre. Estos lingotes recibían el nombre de aes rude y el valor final de los mismos dependía de su propio peso, el que menos pesaba eran 8 gramos hasta los 300 gramos como máximo.
Los lingotes siguieron funcionando como forma de moneda durante muchos años, ampliando su valor hasta los lingotes con un peso de 1 kilo y 600 gramos. Finalmente, los romanos tomaron como medida la Libra, que tenía una equivalencia de 1 a 324 gramos.
Valor de la moneda romana
No todas las monedas en Roma tenían el mismo valor, como ocurre en la actualidad. Nosotros tenemos monedas de euro y de céntimos de euros, que al sumarlas, adquieren el mismo valor que las primeras, eso es lo que pasa con las monedas romanas.
- Denario Argentum: esta era la moneda oficial del Imperio Romano y estaba hecha con plata de calidad. Tras la derrota sufrida por Pirro se comenzó a acuñar la moneda y decidieron que fuera una copia de la moneda que se usaba en la Magna Grecia, el dracma. Esta tenía un valor equivalente a 10 aes y tenía una marca de X, para hacer referencia a su valor. Tras ser muy usada durante la República, en la época del Imperio esta moneda empezó a acuñarse en hierro y fue, con el reinado de Valeriano, que la moneda ya no era de plata, sino de una mezcla de plata junto a cobre y estaño, que recibía el nombre vellón.
- Sestercio: esta moneda tenía un cuarto del valor del denario y se marcaba la moneda con HS. Aunque lo normal es que esta moneda fuera de cobre, se han visto unidades hechas con plata. Su valor era de 800 gramos, aunque hay algunos casos que tenían el valor de 1000 gramos.
- Quinario: esta moneda también procede del denario, y tiene una equivalencia de medio denario. Para ver un quinario, solo había que fijarse en que la moneda tuviese marcada una V, ya que también valía como 5 aes. En el comienzo del Imperio se acuñaba esta moneda con oro y podía ir de 10 denarios de plata hasta los 25, aunque esto no era siempre así. Su punto de mayor circulación fue cuando Julio Cesar estaba en el poder hasta el reinado de Augusto, pero empezó a bajar su precio y uso con Aureliano al mando del Imperio.
- Tremissis: se trataba de una moneda hecha con oro y que valía una tercera parte del quinario de oro. Con la llegada de Constantino I, este acabo siendo sustituida por una cuyo nombre era sólido áureo y que tenía un valor cercano a los 2.000 denarios y que tras el Imperio Bizantino recibió el nombre de nomisma, de la que procede nuestra palabra actual nómina.
Evolución de la moneda romana
Para hablar de la evolución de las monedas de la antigua Roma debemos de tener en cuenta que pueblos como Grecia ya contaban con ellas y que los romanos adoptaron algunas de sus bases a la hora de comerciar con ellas. Y es que durante la época del Imperio, se hizo una división entre las distintas autoridades para poder crear monedas de según que materiales y es que a pesar de que se permitió a algunos pueblos acuñar sus monedas de bronce, en ningún caso podrían de hacerlo con metales de mayor valor, como el oro o la plata. Era Roma quién se encargaba de acuñar las monedas con metales preciosos, sobre todo en la República y los primeros años del Imperio. Ciertas provincias sí que acuñaron sus monedas de plata, pero estas solo eran válidas para comercializar entre ellos y no tenían ningún valor en el resto de ciudades.
Al gobierno de Roma no le interesaba acuñar las monedas que eran de bronce, no solo porque ya tenían monedas de mayor valor que podían usar, sino que en muchas ocasiones acuñarlas suponía más gasto que beneficio final. Esto termina provocando que apareciesen imitaciones muy bien hechas de las monedas de bronce, ya que las monedas que disponían de un valor mayor no eran asumibles para toda la población en Roma. A pesar de esto y a sabiendas de que eran monedas no oficiales, Roma las acabó permitiendo y se empezaron a cuñar en mayor cantidad por los pueblos cercanos y es que el gobierno solo quería las monedas de bronce para pagar a sus funcionarios.
En la antigua Roma no solo se usaban las monedas que ellos acuñaban, también circulaban las monedas de otros pueblos debido al comercio con otras civilizaciones o pueblos, las más comunes eran las siguientes:
- Grecia: dracma, dicalco, tetradracma.
- Mesopotamia: talento y mina.
- España: victoriatos.
- Colonias griegas y fenicias: cistóforo de Pérgamo, óbolo, shekel, triobolo y trishekel.
Cómo habéis podido ver, las antiguas monedas romanas tuvieron un impacto muy grande no solo para las sociedades de la antigua Roma, sino que muchas formas de valorar nuestras monedas proceden de sus conocimientos y experiencias a la hora de realizar transacciones comerciales.