China vivió una de las transformaciones más profundas de su historia bajo la conducción de Mao Tse-tung (Mao Zedong). En 1953, cuatro años después de la victoria del comunismo tras la guerra civil, Mao extendió la revolución a todo el país.
Poster chino que reza “larga vida al marxismo, leninismo, y al maoísmo” (Wikipedia)
Recordemos rápidamente los rasgos de la revolución china, nacional y campesina, revolución del pobre más que del proletariado, pero al mismo tiempo, voluntad de modernización occidental. La estrategia de esta revolución se fue formando a través de la penetración y conquista del país. Se nacionalizó la industria de capital extranjero y se lanzó el primer plan quinquenal para desarrollar rápidamente la industria pesada, al modo estalinista.
Guerra revolucionaria, reforma agraria, organización y adoctrinamiento del campesinado: todos estos aspectos unidos crearon un vínculo entre el partido comunista y el pueblo. El campesinado, el ejército, y los intelectuales revolucionarios fueron los protagonistas de esta revolución.
Y quien mejor expresó esta experiencia revolucionaria fue Mao Tse-tung (más que Liu Shao-chi, sindicalista de Moscú alejado del campesinado). Se ha insistido sobre el “romanticismo militar” de Mao, sobre el belicismo de sus discursos. Es cierto. Pero lo más importante es que el gobierno chino privilegió la acción. Se trató de un voluntarismo cuyos riesgos pronto se manifestaron en la economía, pero que se centró sobre todo en la transformación del pueblo.
Para Mao Tse-tung, la revolución es ininterrumpida. La formación de los hombres y la educación de las masas no se acaba nunca. Del Estado surgen contradicciones en su etapa inicial, antagonismos entre el pueblo y sus enemigos, no entre los trabajadores. La acción de las masas y el pensamiento que la racionaliza deben poner estos antagonismos al descubierto para superarlas.
En este razonamiento sigue existiendo ambigüedad entre espontaneidad y dogmatismo. La relación entre el pensamiento de Mao y la conciencia de las masas es difícil de comprender. El comunismo chino adoptó como método válido el marxista leninista, retomado por Mao Tse-tung. Su originalidad consistió, quizá, en la identificación de la revolución con un pueblo, en lugar de con una clase social.
Mao en 1935 (Wikipedia)
Mao murió en 1976, dejando a Deng Xiao-Ping, quien luego liberaría la economía china comunista, con el poder del gobierno. Sus palabras aún son fuente de pensamiento para el movimiento maoísta:
- «La acción no debe ser una reacción sino una creación.»
- “El peor enemigo de la revolución es el burgués que muchos revolucionarios llevan adentro.”
- «La crítica debe hacerse a tiempo; no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos.»
- «Lo urgente generalmente atenta contra lo necesario.»
- “¿Quienes son tus enemigos? ¿Quienes son tus amigos? Esta es la pregunta más importante para la revolución.”
- «Luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo volver otra vez a luchar, y así hasta la victoria.»
Fuentes:
- Roncayolo, M.: Nuestros Contemporáneos, Le Monde et son Histoire, tomo XI, Editions Bordas, Paris, 1972.
- Gimeno, D., La Guerra Fría, Historia Universal, Editorial Sol 90, Barcelona, 2004.