La Capilla Sixtina cumple 500 años

Cuando hace 500 años Miguel Angel firmó el contrato que le uniría por siempre a la Capilla Sixtina, nunca pudo imaginarse, a pesar de su reconocido egocentrismo, que llegaría a convertirse en la mayor obra de arte con la que la Humanidad iba a contar. Aquel 10 de mayo de 1508 sería un día señalado en la Historia del Arte mundial: el día que Miguel Angel Buonarrotti aceptó del Papa Julio II convertirse en el artífice de una obra épica que quedaría plasmada sobre la bóveda de la Capilla Sixtina.

 Capilla Sixtina

Aquella Capilla podía presumir de tener obras de Girlandao, de Dalmata y de Botticelli, entre otros, pero Julio II, un Papa que se sabía señalado por el dedo del destino para convertirse en un referente para la Historia de la Humanidad como reconocido mecenas, quería algo aún más grandioso que cubriera los techos de la Capilla, que hasta entonces estaban pintados en azul con estrellas. Y eligió para el trabajo a Miguel Angel, a quien sabía como él, atormentado interiormente por sus propios demonios de grandeza. Y efectivamente, nunca, en los 4 años que duró la pintura de ese techo, la relación llegó a ser cordial, sino más bien estuvo llena de encuentros y desencuentros. Sin embargo, ambos se necesitaban.

Sin embargo, cuando Julio II expuso a Miguel Angel que quería que en el techo se pintaran motivos de los doce apóstoles, la respuesta del pintor italiano fue rotunda y tajante: sería él quien decidiría el motivo a pintar, y a pesar de sus reticencias iniciales, el Papa terminó aceptando sabiendo de la magia de la mano del pintor. Casi año y medio tardó Miguel Angel en hacerle el boceto, a pesar de que lo comenzó aquel mismo año de 1508, pero cuando lo tuvo entre sus manos, se dio cuenta de la belleza y magnificiencia de la obra que se preparaba.

Fueron 4 años, hasta 1512, los que Miguel Angel estuvo subido a un andamio, a solas, como él deseaba, personaje solitario donde los haya, pintando desde el altar mayor, por donde comenzó hasta el otro lado su particular mundo de la Creación, la Caída y los pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento.

Capilla Sixtina 2 

A finales del año 1509, Miguel Angel ya había finalizado la primera sección que representaba la embriaguez de Noé, el diluvio y su sacrificio, junto con Zacarías, Joel, la Sibila Delfica, Isaías y la Sibila Eritrea más David y Judith en las esquinas.

La segunda sección la hizo entre el 1509 y el 1510 y en ella pintó la Caída y Expulsión, la Creación de Eva, Ezequiel y la Sibila Cumana.

En aquella época las relaciones entre el Papa y el pintor estaban más tensas que nunca; tanto que Miguel Angel decidió dejarlo y se marchó a Florencia a trabajar para los Médicis, pero también con éstos se peleó y terminó volviendo a Roma.

La tercera sección la comenzó en el año 1511 y contaba con las historias de Daniel, la Sibila Pérsica, la Sibila Líbica, Jeremías y Jonás, más la Crucifixxión de Amán y la Serpiente de Bronce en las esquinas.

Aunque el techo de la Capilla Sixtina quedó finalizado en el año 1512, y poco más tarde, ya muerto Julio II, el propio Miguel Angel pintó en el altar mayor el Juicio Final, la Capilla no se inauguró hasta el 31 de octubre de 1541.

Curiosidades de la Capilla Sixtina

La Capilla Sixtina es conocida por ser el lugar donde se celebran los Cónclaves en los que se elige al nuevo Papa, después de la muerte (o renuncia) del anterior. Durante el cónclave, no se pueden tener influencias del exterior de ninguna clase y se toman todo tipo de medidas para asegurar la privacidad de la reunión. En el pasado, los cardenales podían estar acompañados de un sirviente especial para que atendiera sus necesidades durante el desarrollo del cónclave. Sin embargo, actualmente, la única presencia externa que se permite durante el desarrollo del cónclave es la de una enfermera o algún otro miembro de la profesión médica, que puede acompañar a alguno de los cardenales si su delicada salud así lo exige.

Capilla Sixtina
Por lo demás, se intenta por todos los medios asegurar la privacidad de la reunión y que ninguna persona externa sepa lo que está ocurriendo durante el cónclave. En el último cónclave, en el que se eligió como Papa a Francisco I, los medios actuales hicieron sospechar que se podían haber puesto dispositivos electrónicos para grabar o retransmitir lo que ocurría dentro, por lo que la Capilla fue limpiada y examinada concienzudamente en busca de este tipo de aparatos. También se anularon todo tipo de señales y ondas informáticas en el entorno de la Capilla para conseguir un aislamiento total en la época de la comunicación.

Sin embargo, más allá del cónclave, que por su naturaleza es un evento excepcional, la Capilla Sixtina era habitualmente la capilla privada de los papas, donde se realizaban sus misas y devociones privadas. La Capilla Sixtina sigue manteniendo esta función de Capilla del Papa, albergando todo tipo de funciones religiosas, pero su apertura al público ha modificado la accesibilidad que tiene el Pontífice a ella, por lo que posee otros lugares totalmente privados dentro de sus habitaciones privadas en los Palacios Vaticanos para practicar actividades devocionales cuando lo desee.

La construcción y decoración de la Capilla Sixtina comenzó mucho antes de que Julio II encargara a Miguel Ángel que pintara sus frescos. Antes de su intervención, el techo de la Capilla era una representación del cielo nocturno, adornado por diversas estrellas, obra de Piero Matteo d’Amalia. La intervención de Miguel Ángel provocó que hoy no nos quede nada de esta sencilla decoración inicial de la bóveda.

Pintar la Capilla Sixtina fue un reto a muchos niveles, no solo artísticos, sino también tecnológicos. Uno de los problemas que tuvo que afrontar Miguel Ángel fue la forma en la que podía alcanzar el techo de forma cómoda para poder realizar su trabajo de la forma más cómoda y segura posible. Se acudió al famoso arquitecto Donato Bramante (el famoso diseñador de los planos principales de la Basílica de San Pedro) para solucionar esta problemática. Bramante construyó una estructura de andamios con cuerdas para facilitar los movimientos del pintor, llegando a hacer diversos agujeros en el techo de la cámara, pero no fue efectiva. Finalmente, Miguel Ángel creó sus propios andamios a base de plataformas encastrables, lo que le permitió acceder a todos los puntos de la alta bóveda.

Retrato Miguel Angel
La obra de Miguel Ángel no fue, ni de lejos, del gusto de todos sus contemporáneos. Fue especialmente el Juicio Final la parte de la misma que despertó una mayor controversia, dado que muchos consideraban que la proliferación de tantas figuras totalmente desnudas era inmoral e incitaba a las santas personas que iban a pasar por allí a la lujuria y a la depravación. Miguel Ángel contó con el apoyo del papa y, aunque entre las personas que protestaron se encontraban algunos de los personajes más poderosos de la curia papal, las figuras se mantuvieron como el artista las pintó.

Sin embargo, hoy en día no se ven totalmente desnudas. Años después de la muerte de Julio II y del propio Miguel Ángel, la controversia sobre los desnudos continuaba. Finalmente, durante el Concilio de Trento, que se reunió tras la aparición de los movimientos protestantes en Europa, se condenó la desnudez de las pinturas religiosas, por lo que se ordenó al pintor Daniele da Volterra que cubriera los genitales y traseros considerados como más atrevidos del fresco de “El Juicio Final”, así como modificar otras partes consideradas muy atrevidas de la obra de Miguel Ángel. Fue él el que pintó muchas de las telas que tapan los genitales de las figuras de la Capilla Sixtina. Esta fue la razón por la que, pese a sus otras obras, haya pasado a la posteridad con el sobrenombre de “Il Braghettone” (el hacedor de calzoncillos). Él no cubrió absolutamente todos los genitales de la Capilla, dado que, a la muerte del Papa Pío IV, su trabajo fue interrumpido. En las últimas restauraciones de la Capilla, se intentaron borrar algunas de las telas para dejar los frescos tal y como Miguel Ángel los concibió, pero no todas se han podido borrar.

La Capilla Sixtina todavía tiene muchos secretos que descubrir. Los frescos de Miguel Ángel están repletos de símbolos y mensajes ocultos que los aficionados al arte se afanan por descubrir. Por ejemplo, hay infinidad de bellotas escondidas a lo largo y ancho de los frescos. La razón de esto es que el mecenas que encargó la decoración de la Capilla Sixtina a Miguel Ángel, Julio II, era un miembro de la poderosa familia italiana de la Rovere. Rovere significa roble y, escondiendo el fruto de este árbol en sus pinturas, Miguel Ángel honraba al papa que le había confiado tal proyecto. Asimismo, el retrato de Biagio da Cesena, una de las personalidades que más criticó los desnudos del “Juicio Final”, aparece en el infierno y Miguel Ángel pintó su propio autorretrato en la cabeza que sujeta san Bartolomé, entre otras muchas curiosidades.

Compartir en: Twittericono twitter Facebookicono facebook Pinteresticono pinterest

También te puede interesar