La figura de Calígula, el tercer emperador de la Antigua Roma se nos presenta fomentada por sus locuras y delirios. Este peculiar personaje que reinó tras el imperio de su padre adoptivo Tiberio desde los años 37 hasta el 41 d.C se encuentra envuelto de anécdotas negativas, perversas e irracionales que determinan un grado de locura absoluto en el tirano. Esto se fomentó, entre los variados ejemplos, con la adquisición de su caballo preferido, Incitatus.
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Pareciera mentira que un animal pudiera generar tanta devoción a una persona. Si bien muchos casos de amor extremo hacia las mascotas fueron presentados a lo largo de la historia, la relación Calígula-Incitatus supera todas las expectativas, convirtiendo al animal en el caballo más rico y famoso de la historia.
Incitatus cayó en manos del loco emperador durante su reinado, como producto de las continuas importaciones de animales de carrera provenientes de Hispania. Resulta que el emperador quedo completamente obnubilado con la belleza del equino, demostrando inmediatamente su gran devoción hacia el mismo. Esto se fomentó principalmente en la gran caballeriza que le hizo construir… de nada más ni nada menos que de mármol, con incrustaciones preciosas y mantos teñidos con púrpura, el tinte más caro en aquella época y que solo estaba reservado para los miembros de la casa real.
Pero eso sólo fue el comienzo. Como si fuera un miembro más de la realeza, Calígula le concedió al animal un gran palacio con numerosos jardines, los cuales estaban también provistos de 18 sirvientes para su cuidado principal. También se le concedió riquezas, dado que se dice que Incitatus portaba un gran collar de increíbles piedras preciosas y dentro de su lujoso establo tendría pesebres de marfil.
(Continúa en Incitatus, el caballo pródigo II)